miércoles, 15 de julio de 2009

Día 66 - Flashback: La presentación de Martín (el after)

Martín y yo nos miramos. No sé como, pero en ningún momento se nos pasó por la cabeza la idea de que iba a haber que hacer una cena con las dos familias. Qué horror. No sólo le tenía que decir a sus padres todo lo del casamiento, sino que les tenía que pedir que fueran a comer.

Después de comer el postre, como quería hablar bien con Martín, le dije a mis padres que nos íbamos a dar una vuelta. Mi madre dijo que en otro momento arreglábamos bien el tema de la cena. Antes de que siguiera hablando, nos despedimos y nos fuimos.

- Mi amor, perdoname por todo. El principio fue horrible. No pensé que mi madre iba a actuar tan así.
- No te preocupes. Yo sí me lo esperaba. Igual, no sabía que habías pasado tan mal por todo.
- Sí, la pasé muy mal. Pero todo eso ya pasó. Hoy en día estamos bien en esta especie de relación. Y eso es lo que importa.
- Sí, es verdad.
- Pero igual, perdón por lo de hoy, fue un desastre. Además, no puedo creer lo que hiciste. ¡No sé como te animaste! Sos lo más, Martincito. Lo más.
- Jaja. ¿Viste que tenías que confiar en mí?
- Sí, tenías razón. Ahora hay que ver el tema de tus padres. Quiero hablar con ellos.
- ¿Qué? No, dejá, yo ya les conté todo. Ahora les pido que vayan a la cena y listo.
- No, pero no es suficiente. Si mirás la situación de afuera no la lográs entender del todo. Deben pensar muy mal de mí. ¿Me odian?
- No, para nada. Les expliqué todo.
- Bueno, pero igual. Quiero hablar yo con ellos. Vamos a tu casa.
- Bueno, está bien. Pero si no están te arranco el vestido y todo lo que tenés abajo.
- Trato hecho, querido.

Llegamos y, efectivamente, los padres estaban. Por un momento deseé que no estuvieran porque el olor rico que tenía Martín me daba ganas a mí de arrancarle todo, pero bueno, el tema del casamiento era prioridad.
- Mamá, papá, Agustina quiere hablar con ustedes. Vengan que nos sentamos.

Nos sentamos todos en la mesa del comedor, y empecé a hablar.
- Miren, yo les quiero decir unas cuantas cosas, así que por favor escuchenme. En primer lugar, les pido disculpas por todo lo que le estoy haciendo pasar a Martín. Yo sé que estoy siendo una persona extremadamente egoísta, pero de verdad que no aguanto más mi situación y el casamiento es la única manera que tengo de irme de mi casa. Yo tengo veinte años y, sin embargo, en mi casa es como si tuviera trece. Me controlan las horas de salida y las de llegada, también lo que como, y me revisan las cosas que tengo en el cuarto cuando no estoy. No me permitían seguir viendo a Martín sino lo llevaba a comer a mi casa, simplemente porque a mí madre se le ocurrió.
- Sí, nos contó - dijo Rosanna, la mamá en un tono que me dio tranquilidad para seguir.
- Y la verdad es que ya pensé un montón de cosas más, pero ninguna funcionaría a largo plazo. Si vendo mi auto, podría vivir un tiempo, pero no me alcanzaría para mucho. Con mi sueldo podría pagar los gastos, pero no un alquiler, porque es carísimo. Pero si tengo el departamento, podría mantenerme. Estaría muy justa, sí. Pero no me importaría. Esta situación es inaguantable para mí.
- ¿Y nunca probaste de hablar con ellos? Decirles todo lo que te pasa, lo que sentís - dijo Rosanna.
- Sí. Mil veces. Pero no escuchan, o no les importa. Por lo menos a mi madre. A ella no se le puede hablar cuando se acaba de levantar, ni cuando recién llega del trabajo. Había una época cuando éramos chicos en la que nos decía que después de las nueve no se le podía pedir nada. Y llegaba de trabajar ocho y media así que imagínense.
- Sí, veo que es una situación difícil - acotó Jorge, el padre. - Lo que a mí me preocupa un poco es el tema del casamiento en sí. ¿Estás cien por ciento segura que se puede anular?
- Sí, porque mi tío Mauricio hizo lo mismo que yo. Se casó con su ex novia por el departamento y ahora lo van a anular. Ya me explicó como.
- O sea que después no pasa nada. Es como si nunca se hubieran casado - replicó Jorge.
- Exacto - contesté.
- Y hay otra cosa que me preocupa. Viste que nuestra situación económica no es la mejor. ¿Nos tendríamos que hacer cargo de algún gasto?
- No, Jorge. Eso lo voy a arreglar yo. No sé como, pero ustedes no van a pagar absolutamente nada.
- Mirá, yo te entiendo. Se ve que estás desesperada por irte, y no cualquiera tiene la valentía para hacer lo que vos querés hacer. Y si Martín decidió que te ayuda, es tema de él. Nosotros no nos vamos a meter - dijo Rosanna.
- Sí, pero sin querer los terminé metiendo a ustedes también. Porque van a tener que venir al casamiento.
- Y bueno, es un día, no pasa nada. Aparte Martín nos contó que le regalaste el pasaje para ir a ver a Nacho. Se va en tres semanas, ¿te dijo? ¡Está contentísimo!

Lo miré, son una sonrisa.
- ¿Conseguiste lugar?
- ¡Sí! No sabés lo feliz que estoy. Vale la pena todo lo del casamiento. Me quedo dos semanitas allá con él.
- Te extrañaré, querido. Pero vas a estar bien allá.
- Yo también, chiquita. Pero no sabés la falta que me hace verlo. Tener a tu mejor amigo lejos es lo peor.
- Ya sé. Decimelo a mí que tengo a Romi y Fabi en Israel.
- Bueno, pero vuelven en diciembre. Nacho por ahora no.
- Bueno, pero pensá que ahora lo vas a ver - intervino Rosanna. - Gracias por eso, Agustina. No tenías por qué.
- Sí, se lo merecía. Por todo lo que me va a ayudar. Y bueno, además porque un poquito lo quiero.
Sus padres sonrieron. Rosanna abrazó a Martín, y por un segundo, los envidié como familia. Son divinos. Me hubiera encantado tener padres así. Comprensivos, amorosos. Pero bueno, pronto me iba a desprender de los míos, así que había luz al final del túnel.

- Les tengo que pedir un último favor a ustedes dos. Mis padres quieren hacer una cena para conocerlos. Porque, supuestamente, vamos a ser todos parientes.
- Jajaja. No pasa nada - dijo Jorge.
- En serio, con mucho gusto - agregó Rosanna.
- Bueno, mil gracias. A Martín y a ustedes les estaré eternamente agradecida.
- No es nada - dijo Rosanna, y me sonrió.
- No, en serio, muchísimas gracias. Y les pido disculpas de antemano por lo que va a ser esa cena. O me terminan odiando por haberlos hecho ir, o logran entender perfectamente porque no soporto vivir en mi casa un sólo día más.

21 comentarios:

  1. Los padres de Martín: unos capos!!! La verdad tuviste muchísima suerte ahí, porque podrían haber representado un obstáculo importante.

    Quiero más flashbacks hasta el casamiento, jeje.

    Beso! :D

    ResponderEliminar
  2. te volviste un vicio nena escribi ya la continuacion, por que me muero

    ResponderEliminar
  3. Que aguante los padres de Martín! Anda a saber como terminó aquella cena -por mì lo digo, jaja-. Besos Agus, subime la continuación!

    ResponderEliminar
  4. Lo de ayer iba con amor porque me da cosita si no es la mía viste jajaj. Por eso a la tuya, va con amor.

    ResponderEliminar
  5. Qué genia que hablaste con ellos. Yo me hubiese muerto de miedo.

    ResponderEliminar
  6. Madie: Sí, yo tenía miedo de que me dijeran que era una egoísta y me putearan por todo. Pero no, son divinos ellos.

    Angie: Jaja, es que tengo otras cosas para contarles. Pero ya retomaré esto!

    Lola: Oh, yeah!

    CS: Claro, a uno le da cosa putear a una madre ajena. Jajaja

    Mari: Me daba miedo, sí. Pero los padres de Martín son divinos, así que no problem.

    ResponderEliminar
  7. Qué bueno! te salió todo redondito!! Te lo merecés

    ResponderEliminar
  8. Espero entonces el encuentro entre familias.
    He dicho.

    Un beso Aguss!

    ResponderEliminar
  9. enserio que ya me resulta muy novela, agus. si es otra ficción de esas que rondan por internet, luego se hacen libro y tiran todo por la borda me voy a sentir defraudada. aviso. beso.

    ResponderEliminar
  10. Silvi: Por suerte!!!

    Facu: Coming soon! jaja

    Leila: Me doy por enterada, entonces.

    ResponderEliminar
  11. Eee, nada en especial esta vez. Sólo que fue lindo leer este post. Beso

    ResponderEliminar
  12. Agus cambie mi plantilla asi que podes agarrar esa que te gustaba porque no la tengo mas ;D

    ResponderEliminar
  13. Jaja! la verdad que muy copados los papás de Martin, yo me imaginaba poniendome en el lugar de ellos y no sé si me hubiera gustado tener qu interpretar ese papel!Que lástima que no los podés tener en serio de suegros.
    Besitos!

    ResponderEliminar
  14. Que historia divertida! leí los últimos posteos y tuve que ir a leer desde el principio porque me encantó!
    Te sigo! besos!!!

    ResponderEliminar
  15. La verdad es que tienen razón el tema pasa por Martín que quería ayudarte, pero ellos también se metieron en la mentirilla.
    Que capos !
    Besos

    ResponderEliminar
  16. Mmm no creo que tu mamá + los padres de Martín sean una buena combinación para una cena en armonía jaja, ya veremos!.

    ResponderEliminar
  17. Mauri: Es que a veces sentís que no tenés nada que decir. Jajaja. A mí me pasa un montón de veces.

    Simplemente yo: Muchísimas gracias! Pero estuve tratando y tratando y no pude. Además, esta se me desconfiguró. Cualquier cosa. Mejor no toco nada más!

    Amante: Sí, yo pensé lo mismo. Lo que pasa es que no están en una buena situación económica y el hecho de que yo le haya regalado el pasaje a Martín para que vaya a ver al mejor amigo ayudó mucho.

    Mujer moderna: Muchas gracias!!!

    Cris: Sí. Estuvieron muy bien. Como les dije a ellos, les voy a estar eternamente agradecida.

    Mine: Jajajaja, sí. Qué cena!

    Bar: No lo fueron, creeme! Jajaja

    ResponderEliminar
  18. Los padres de Martín son unos genios, en serio. Sabés que? Le terminé tomando cariño a Martín a pesar de todo.

    ResponderEliminar
  19. ESOS son los suegros perfectos. ESOS.

    ResponderEliminar