Vamos, Agustina, pensá. No puede ser que seas capaz de resolver problemas matemáticos complejos pero no de inventar una excusa simple.
- Me la saqué para bañarme y me olvidé de ponérmela cuando salí – mentí.
- ¿Sí? Yo toda la vida me bañé con ella puesta – dijo, desafiante.
- Ay, no, me da miedo. Viste que con el jabón todo resbala, se te puede salir o algo…
- Mirá que no, eh.
Obvio que no. Acabo de decir lo primero que se me ocurrió.
- Bueno, qué se yo, pensé que había que tener precaución. Todo esto es nuevo para mí, tengo muchas cosas que aprender todavía – dije, tratando de cubrirme para futuras metidas de pata.
- Sí, me imagino. ¿Y qué tal la vida de casada?
¿Por qué no me preguntás qué tal el sexo también?
-Y, todavía me estoy acostumbrando a la convivencia, pero por ahora venimos bien - contesté.
- Sí, es difícil vivir con alguien, sobre todo al principio. ¿Y con el departamento nuevo cómo vas? ¿Qué viniste a comprar?
No tengo idea. Vine a ver que se me ocurría cuando estuviera frente a la góndola.
- Y, algo para comer - mentí, para evitar preguntas. -Mirá, Mónica, no te lo tomes a mal pero estoy re apurada.
- Sí, andá tranquila. Bueno, un gusto verte- dijo, mientra me saludaba.
- Lo mismo digo - dije, con una sonrisa extremadamente falsa.
Salí del pasillo con las manos vacías y terminé comprando leche y algunas provisiones en el rubro alimenticio. No podía volver y arriesgarme a encontrármela de nuevo, así que la compra de los productos de limpieza quedó postergada por tiempo indefinido.
Un día y dos bolsas de facturas después, sigo temblando cada vez que suena el teléfono y rezo porque en el identificador de llamadas no diga "mamá".
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¡Comprale los productos a la pobre María!
ResponderEliminarAy, sí, pero entendeme. No estaba para un segundo round con Monique!
ResponderEliminarque pesada es la gente a veces...
ResponderEliminara ver como sigue esto...