sábado, 16 de mayo de 2009

Día 6- Good morning sunshine (I)

Dormí con Martín por primera vez en años y descubrí -con horror- que es de los que ocupan toda la cama. No estaba en mis planes que se quedara, pero no le dije nada. Ya bastante hizo por mí.

A eso de las nueve me levanté despacito, me hice un café y prendí la computadora. Mientras leía, lo miré dormir y se me ocurrió que podría ser una buena idea comprarle algo rico y llevarle el desayuno. Me vestí tratando de hacer el menor ruido posible, me lavé los dientes y me puse las zapatillas. Cuando estaba a punto de agarrar la cartera, sonó el timbre.
¿Quién mierda toca timbre a las 9.30 un sábado?
Sonó de nuevo.
No pienso contestar.
Lo desconecté. Dos minutos después me sonó el celular. Como suponía, era Valentina. Ignoré la llamada, así que me dejó un mensaje de voz:
"Agus, despertate! Ya son casi las diez! No tengo nada que hacer, así que vine a ver en que andabas. Voy a dar unas vueltas por acá así hago tiempo hasta que te levantes."

Primero pensé en quedarme, para evitar cualquier posibilidad de cruzarme con ella. Pero ya tenía hambre y la idea de facturas recién hechas era demasiado tentadora.
Así que me puse el jogging más viejo que encontré, una campera con capucha y me tapé toda la superficie posible de la cara con una bufanda y lentes negros. Le dejé una cartita a Martín, bajé, y salí por la puerta de atrás del edificio.
Compré jugo de naranja, galletitas de chocolate y las gloriosas facturas. También llevé unas hamburguesas congeladas, un paquete de puré, y unas latas de atún por si tenía que recluirme por tiempo indeterminado.
Volví a mi casa lo más rápido que pude, mirando para todos lados para asegurarme de que no hubiera señales de Valentina. Cuando abrí la puerta de mi casa supe que estaba a salvo. Apoyé las bolsas en la mesa de la cocina y fui hasta el cuarto.

Martín se estaba despertando justo cuando entré. Debe haber estado, por lo menos diez minutos, sin poder parar de reírse.
- ¿Me podés explicar qué hacés vestida así?
- Jaja, no, es largo. ¿Tenés hambre?
- Sí, un poco. ¿Qué trajiste?
- Sorpresa! Dame dos minutos.

Me fui para la cocina a preparar todo y escuché que Martín se levantaba para ir al baño. Mientras luchaba para abrir el jugo de naranja, tocaron la puerta.
Dios, lo único que faltaba.

3 comentarios:

  1. uhhhh voy por el 6to dia y ya odio a tu amiga...
    todo bien con las amigas..es feo odiarlas
    pero cuando se tornan realmente insoportables uno no sabe bien q hacer...
    todas tenemos una valentina como amiga...

    otra cosa....
    es necesario levantarse a las 9 de la mñn un sabado???????

    Beso...y voy a seguir leyendo!

    Beba

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  2. jajajajajajaja....es todo un perdonaje esa valentina... cuando viene la entrada en que le pegas con una botella en la cabeza??

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  3. jajaja tremenda tu amiga, menos mal que fue a dar vueltas por ahi!!
    donde habra ido? jaja

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