domingo, 8 de noviembre de 2009

Día 172 - Domingos en familia

Cuando yo era chica, almorzábamos en familia todos los domingos en un restaurante que se llamaba "El viejo turismo". A todos nos encantaba porque tenía algo para cada uno. Mi hermano, mis primos y yo comíamos milanesa con papas fritas. A los adultos les encantaba la pasta del lugar, o la parrilla que también era muy buena.

En esa época, todavía estaba el papá de mi madre, a quien yo adoraba. Todo era diferente en ese entonces. Él imponía un cierto respeto que llevaba a que entre todos se mantuviera una buena relación. Mi madre y mi tía Déborah, aunque sin hablarse, se saludaban y compartían la mesa. Mi abuela se llevaba bien con sus hijos y también con sus nietos. En la familia reinaba una cierta armonía.

Almorzamos en El viejo turismo todos los domingos exceptuando los de verano hasta que mi abuelo falleció en noviembre del año 2002. A partir de ese momento, ninguno quiso volver. Todos pensaron que hubiera sido un golpe fuerte ir a ese mismo restaurante para ver la cabecera de la mesa vacía. Así fue que empezaron a buscar otros lugares para ir, pero siempre encontraban algún problema. Donde había cosas que a los chicos nos gustaran, los adultos se quejaban de que para ellos no había nada. En otros lugares, para nosotros no había ninguna opción. Nunca nos poníamos de acuerdo.

Al poco tiempo, mi madre y mi tía dejaron definitivamente de hablarse. Ya no estaba la figura de mi abuelo como núcleo, entonces ya no sentían que tenían que mantener ningún tipo de relación. Mi tía decidió que ya no iba a ir a los almuerzos a los que fuera mi madre, por lo que mi hermano y yo perdimos contacto con mis primos. Mi abuela, sin saber que hacer después de que falleciera el hombre con el que había pasado cuarenta y ocho años de su vida y con una familia que se estaba desmoronando, decidió empezar a viajar. En febrero del año 2003 se fue a China con un grupo de viaje por un mes, y después a Japón, en donde agarró otro grupo. No estuvo para mi cumpleaños, pero traté de entender. Cuando volvió, estuvo una semana acá, y después partió Europa con las amigas por un mes y medio. Cuando retornó, estuvo diez días y después se fue a Miami con su hermano por tres semanas. Y así estuvo todo el año. Cuando volvió de Turquía, en diciembre, quiso vernos a mi hermano y a mí en los cinco días que tenía antes de irse a Los Ángeles, pero en una relación que no es buena un año entero de distancia termina por hacer estragos. Para mí, fue como perder a mis dos abuelos a la misma vez.

Durante los años siguientes, la frecuencia de sus viajes disminuyó un poco, y aumentaron los días que se quedaba en el país. Y así fue que quiso volver al ritual dominguero de almorzar en familia. En esa época, ya había empezado a decirme que estaba gorda y que tenía que cuidar mis modales si pretendía ser una princesita. Uno o dos años después, empezó con que yo tenía que dedicarme a ser telefonista porque no servía para otra cosa. Intentó convencerme de que mi misión en la vida tenía que ser conseguirme un hombre que tuviera mucha plata, con quien tener un hijo y una hija y criarlos "como buenos judíos". Y, el momento que aprovechaba para decir todas estas cosas era, precisamente, el almuerzo del domingo.

Así fue que empecé a odiar el almuerzo familiar. Sabía que iba a escuchar las mismas idioteces domingo tras domingo. Que no iba a poder con economía porque "no me daba la cabeza", que tampoco tenía sentido que hiciera esa carrera porque era muy larga, y que una opción como secretariado era "más para mí".

Llegó un punto en el que no quise ir más, pero mi madre me obligaba, lo cual hacía que yo todavía fuera al almuerzo con menos ganas. Con el tiempo, empecé a odiar el día domingo porque ya lo asociaba con la sarta de pavadas que tenía que escuchar y de la cual no podía escaparme porque o me dejaban sin plata para toda la semana o invitaban a mi abuela a comer entre semana sin avisarnos a mi hermano y a mí para que no nos pudiéramos escapar.

Sin embargo, todo esto tuvo un fin para mí el día que me mudé a este departamento. Ya no había amenaza posible que me hiciera ir a comer con mi abuela. Ni siquiera la culpa que me trataba de hacer sentir mi madre al decirme que yo no lo veía, pero que mi abuela quería lo mejor para mí. Que si ella pensaba que yo estaba gorda, me lo tenía que decir "por mi propio bien". Que, a fin de cuentas, sólo le interesaba mi bienestar.

Ahora, para mí, los domingos están muy lejos de ser un martirio. Ya no me tengo que levantar temprano para ir a comer con familiares que no quiero ver, ni tengo que soportar escuchar cosas que me desvalorizan. Ahora me levanto a la hora que quiero, desayuno en silencio, y no me sacó el camisón en todo el día. Me pido algo para almorzar y lo como tranquila, sin que nadie me moleste. Los domingos, para mí, ahora representan la paz que no pude tener en estos últimos años.

Y un domingo cada tanto mi mente decide remontarse a otros tiempos. Y hoy, por ejemplo, pienso en que me gustaría volver a tener ocho años, cuando todavía mi abuela no me había dicho que tenía prohibido el pan y la manteca porque sino iba a ser gorda y ningún hombre me iba a querer. Hoy, quiero volver a esa época en la cual mis primos todavía existían en mi vida y los domingos eran el día en el que nos veíamos. Y hoy, sobre todo, quiero volver a ser la nena que se sienta en la falda del abuelo, y escucha no sólo que es preciosa, sino tan inteligente y brillante que en la vida va a poder hacer cualquier cosa que se proponga.

17 comentarios:

  1. Ay Agus! Que lindo post... La verdad es que es una porqueria que una relacion que deberia ser tan linda, acabe convirtiendose en lo que se convirtio...

    Lamentablemente no podemos volver atras, pero siempre tenes que estar contenta de tener esos hermosos recuerdos de tu abuelo, y tenelos presentes.

    Cada vez que alguien te desvalorice, o algo te tire para abajo, acordate de eso, y convencete de que tu abuelo tenia razon!

    Un besote!

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  2. Todas las familias tienen algo de eso aunque no se si de manera tan extrema como la tuya.
    Igual es bueno que ya no tengas que pasar por todo eso que odias tanto.
    Trata de reunirte con tus primos, no se si existe la posibilidad pero estaria bueno.




    Besos, Rodrigo.

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  3. Hay muuuucha mucha gente con la filosofía de tu abuela, grande y más jóven también, para las cuales los demás nunca son suficientemente buenos y el papel de la mujer es "atrapar" a un hombre y ni siquiera plantearse el estudiar y tener un trabajo...es muy triste la verdad, porque es un pensamiento prehistórico!

    Un saludoo!

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  4. Justamente ayer soñe con mi abuelo que murio hace dos años y para el cual yo tambien era su princecita...besos!

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  5. Qué linda imagen final!

    Es lindo tener esa idea romántica de la niñez.

    Besos

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  6. Yo también fui muy unida a mi abuelo materno, pero lo perdí cuando era muy chiquita.
    Hay veces que me parece imposible, pero recuerdo muchas cosas de él.
    Es increíble como algunas personas pueden ser tan importantes en nuestras vidas y que simplemente ya no estén más que en nuestros corazones y recuerdos.

    Y como en tu caso, creo que es bueno quedarte con eso… con el recuerdo de esa época en que tu abuelo te decía lo hermosa que eras.
    Besos Agus.

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  7. Aguus, mi abuelito todavía es así conmigo...
    Y es del único del que me importa qué dice o piensa...
    =) qué haríamos sin nuestro abu materno?
    besos!

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  8. Vos SOS esa misma que tu abuelo sentaba en sus rodillas y escuchaba que era hermosa y podía lograr lo que quisiera...

    Que tu madre y tu abuela te digan lo contrario, no tiene nada que ver... que se curtan!

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  9. Se me piantó una lagrima con lo último que pusiste.
    Me gustaría saber que piense mi abuelito de mi, ahora que soy una casi mujer, y que me diga todas las cosas lindas que me decía...
    Perdon fueron varias lagrimas, en el próximo posteo me esfuerzo por firmarte bien.
    Un besoo.

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  10. Qué contraste entre los dichos de tu abuela y los de tu abuelo. Y qué ironía que hayan estado, pese a eso, 48 años juntos.

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  11. Te entiendo Agus, los domingos en mi flia, son sagrados, siempre estamos juntos.

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  12. La verdad me emociono este post. Perdi a mi abuelo hace dos meses y nose, ellos tienen eso de hacernos creer los mejores del mundo y cuando se van, no solo dejan un vacio sino tambien, sin esa parte de hacernos creer los mejores.
    Saludos.
    Ah! debes en cuando comer pan con manteca no te va a dejar gorda jeje, es muy buena esas tardes tristes aparte.

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  13. Tengo recuerdos parecidos de cuando era más chica, pero la verdad nunca me gustaron los Domingos en familia. Mi hermano nunca iba, me aburría mucho y la pasaba mal con los comentarios hirientes de mi tía. Fue un alivio cuando dejamos de reunirnos, un poco porque nosotros ya estábamos grandes y teníamos que hacer cosas, y otro porque mis abuelos fallecieron y se perdió la costumbre.

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  14. Más allá de todo lo que escribiste (que de lindo no tiene nada) el post es muy lindo. Felicitaciones!

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  15. Los domingos en familia se deben moderar.
    Todos los domingos debería considerarse un laburo e insalubre!

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  16. vivir de recuerdos no es lo perfecto, pero al menos tienes bonitos recuerdos de tu abuelo en familia :)

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  17. Aguanten los abueeeeeeeeeeeeeeeloooooooooooos!!!! AL final, parece que de tu familia son los pocos que valieron la pena!

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